Dos de los presidentes más influyentes de las últimas décadas, Bill Clinton y Barack Obama, han dejado la Casa Blanca, pero no la escena pública. Desde sus despachos privados, ambos han redirigido su energía y prestigio hacia la filantropía, la diplomacia discreta y la producción de contenido, consolidando un «segundo acto» que define su legado más allá de sus mandatos presidenciales.
Bill Clinton: La diplomacia de la Fundación y la salud en el centro
A sus 78 años, el expresidente Bill Clinton se mantiene notablemente activo, aunque su agenda pública se ha moderado en los últimos años debido a preocupaciones de salud. En 2021, fue hospitalizado por una infección sanguínea y en 2004 se sometió a una cirugía de bypass cuádruple. Sin embargo, su compromiso con la Fundación Clinton y la Iniciativa Global Clinton (CGI) sigue siendo la piedra angular de su trabajo.
La Fundación Clinton se centra en áreas como el cambio climático, la inclusión económica, la equidad en salud y la igualdad de género. A través de la CGI, Clinton convoca a líderes mundiales del sector empresarial, gubernamental y la sociedad civil para generar «Compromisos de Acción» que aborden los desafíos más urgentes del mundo. En los últimos meses, la CGI ha continuado su trabajo, destacando su reunión anual en la que se busca generar soluciones a las crisis globales.
Recientemente, la Fundación Clinton ha impulsado proyectos de desarrollo agrícola en Colombia, fortaleciendo las capacidades productivas de agricultores y pescadores artesanales. Esta iniciativa busca no solo mejorar la producción, sino también asegurar la comercialización de los productos, promoviendo el crecimiento económico sostenible de las comunidades.
Además de su labor filantrópica, Clinton ha mantenido su presencia en la política del Partido Demócrata, participando activamente en las campañas presidenciales de su esposa, Hillary Clinton, en 2008 y 2016. Su influencia como abogado, político y diplomático continúa siendo una fuerza a tener en cuenta.
Barack Obama: El poder del storytelling y el liderazgo juvenil
Desde que dejó el cargo en 2017, Barack Obama, de 64 años, ha forjado una trayectoria post-presidencial que combina la filantropía con una inmersión estratégica en el mundo del entretenimiento y la tecnología.
La Fundación Obama es el motor de sus iniciativas. Su enfoque principal es el desarrollo de líderes emergentes y el fomento de la ciudadanía activa. A través de programas de becas y liderazgo, la fundación busca empoderar a jóvenes para que se conviertan en agentes de cambio en sus comunidades. Un ejemplo de ello son las becas que ofrece en colaboración con la Universidad de Columbia, que brindan formación en liderazgo a jóvenes comprometidos con el servicio. La fundación también ha impulsado la iniciativa «My Brother’s Keeper» para apoyar a jóvenes de minorías desfavorecidas.
Paralelamente a su trabajo en la fundación, los Obama han incursionado con éxito en el mundo del entretenimiento a través de su productora, Higher Ground. En 2018, firmaron un acuerdo con Netflix, ampliando recientemente su asociación. A través de «Higher Ground», han producido una variedad de contenido, incluyendo documentales, series y películas que abordan temas de su interés. Este acuerdo les ha permitido contar historias con un enfoque en la inspiración, la diversidad y el compromiso social, ampliando su alcance e influencia a un público global.
En resumen, tanto Clinton como Obama han transitado sus años post-presidenciales con una agenda bien definida. Mientras Clinton se enfoca en la diplomacia y el desarrollo a través de su fundación, Obama ha abrazado la tecnología y el entretenimiento como plataformas para inspirar a la próxima generación de líderes. Ambos han demostrado que el legado de un presidente no termina al dejar la Casa Blanca, sino que puede evolucionar y seguir impactando al mundo de maneras nuevas y significativas.
